Puebla Expres

[Nota de Opinión] María Rox @duna_rox

Valhalla camotero

El título hace referencia a la mitología nórdica, en específico al lugar donde eran llevados por valkirias, los guerreros caídos en heroico combate. Por supuesto era un lugar reservado a verdaderas leyendas.

El fútbol tiene tantos colores y formas que yo siempre me hallo comparándolo con un montón de cosas. Y en el caso de esta nota, encuentro la similitud mitológica con aquellos futbolistas que ingresan a un panteón raro y exclusivo tras darlo todo en la cancha. En Puebla decir nombres como Mortero Aravena o Búfalo Poblete, de inmediato generar comentarios de una época gloriosa.

Sus proezas han soportado el paso del vendaval de tiempo y aunque el equipo ganara nuevos torneos la terna del campeonísimo vivirá siempre. Ahora el problema con este lacónico estamento es que marca un punto de inflexibilidad en cuanto a lo que se espera de un jugador que destaca en el equipo.

La vara de ídolo queda muy alta y crea un ambiente de comparación odiosa. Si somos objetivos el último campeonato camotero fue hace veintiséis años. Muchos seguidores jóvenes del Puebla no vieron jugar a sus leyendas.

Así que viene Alustiza, un tipo que juega bien al fútbol y hace goles. ¿Me atrevo a comparar al Chavo con las leyendas de este equipo? ¡Sacrilegio, que me quemen en aceite! ¿Le prendó una devota vela al ídolo de multitudes e invocó su espíritu omnisciente?

Paremos. Para que Alustiza llegue al Valhalla camotero deberá sobrevivir al paso del tiempo y por supuesto marcar una época dorada. Pero como mencione, en este momento al que vemos en la grama es a él. Lo que importa de su persona es lo que hace para y por el equipo, si fuera del campo es reprobable o no cubre las expectativas, es harina de otro costal.

Y aquello es aplicable a todos. Es como aquellos que se empeñan en zanjar la reyerta, ¿quién es mejor Messi o Maradona? En medio de sacar la vara alta en la discusión se pierde lo importante, ver fútbol. Y sobre todo, disfrutarlo. La leyenda ya tuvo su época, pero lo que se vive es el presente. Y vivirlo no niega el pasado.

Ponerle saco de referente/ídolo/madre de Teresa a un jugador, es un voto popular, que puede ser una decisión colectiva descerebrada, pero al final es una apreciación subjetiva. Lo que nos debe importar es como eso repercute de manera positiva al equipo. Por eso en su momento, la salida del Chavo a Pachuca fue adecuada. Mucho se hablará si su permanencia fue lo más ideal en el ambiente enrarecido del draft, pero se quedó y ese es el inexorable hecho.

Ahora bien, mi compañero Ray y yo también, creemos que este equipo puede estar hecho de revanchas deportivas. Un grupo de jugadores del tipo llamado underdog, es decir, que no se espera nada de ellos y puede dar la sorpresa (o no hace nadar y el comentario sería, “Predecible”)

Pablo Marini, si dijo conscientemente o no, eso de que no le agredan al equipo, que sus jugadores son de jerarquía, lanzó un estamento equiparable a una fuerte declaración de guerra. Un somos hombres no nombres. Y si el equipo, jugando como tal, se amarra a eso, algo bueno podrá pasar.

Por supuesto que antes de lanzarme al imaginario mundo de la épica y la onírica ilusión, esperare a ver lo único que vale, once sujetos pateando una pelotita en un rectángulo verde.

La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de quien la escribe y no busca generar conflictos entre los involucrados, si no generar conciencia en cada lector.

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