(Nota de Opinión) María Rox @duna_rox
Para ver al Puebla FC
A unos cuantos días de iniciar el próximo torneo, los aficionados del Puebla estamos ansiosos de ver jugar a este equipo. Las opciones ofensivas y defensivas están listas y será de la mano del profesor Cruz, que veremos cómo resultan sus decisiones en el rectángulo verde.
Independientemente de los refuerzos, del grupo que se ha formado, todo lo que queda por decir, será declarado en la cancha. Y ojala sean gritos de triunfo lo que nos confirme lo que más queremos, que este Puebla juegue al fútbol como en sus mejores días, alegre, vistoso, de ese que tiene en el borde del asiento al espectador.
Para lo cual, yo opino que un aficionado debería vivir, sí o sí, ver a su equipo en vivo y en directo, asistir al estadio Cuauhtémoc. Si bien, la radio nos brinda buenas narraciones y en la televisión también hay buenos comentaristas (A excepción de cierta fauna que cree que gritar histéricamente es narrar). Nada iguala el sentimiento de gritar un gol en vivo.
Imagine este escenario. Encuentra que hay otros que al igual que uno llegaron a este inmueble con el propósito de ver fútbol. Algunos irán por el sentimiento gregario que invoca la actividad futbolística, pero otros van verdaderamente por ver al Puebla. Y unos más, extraños vestidos de otro color, apoyan a la oncena de visita.
Tras la salida de los equipos del túnel. La antesala termina y la expectación se rompe cuando el silbante da inicio al partido. Citando a Carlos Guerrero, “La descarga de adrenalina…” Porque la pelota ya sale del círculo central y todo puede pasar.
Los primeros minutos pueden ser pases sosos y jugadas de poca intensidad en lo que ambos equipos se acomodan en la cancha, o puede terminar en un gol madrugador de mucho ímpetu. Algunos partidos son dignos del bostezo cuando ambos equipos se olvidan del trato a la pelota y se encierran en sí mismo buscando no ceder ni un palmito de terreno, y otros un verdadero carnaval con ambas oncenas lanzadas al frente. Puede haber una exclamación cuando algún jugador recibe una fuerte falta y una rechifla ensordecedora cuando el juez determina algo en contra. Un suspiro colectivo cuando la pelota pega en el travesaño o sale raspando el poste.
Pero el momento del gol. Lo antecede una amenaza, un balón que pasa muy cerca del área, una falta a una distancia correcta, un pase matón y certero. Y explota. La pelota tímidamente o empujada con brutalidad traspasa la línea de meta, y los espectadores lo saben. Gol, una vocal o, exclamada desde el diafragma que deja vacío de aire el cuerpo. Los jugadores corren alegres hacia al público, las tribunas vibran. Y al final, solo alegría.
Claro, como buena comedia-trágica, no todo puede ser perfecto. El aficionado que va a ver al Puebla queda advertido que el rectángulo verde no es una tierra prometida. Algunas veces por el contrario se sentirá como un calvario terrenal, y puede sonar exagerado, pero lo es. Cuando el gol es en contra, la algarabía es para el visitante, los defensas en el suelo y el portero vencido es blanquiazul. Y mientras los minutos se hacen angustiosos, va creciendo la pesadez en el pecho y estómago.
Cuando el tiempo termina e incluso el extra expira, puede haber dos escenarios. La alegría de la victoria o la tristeza de la derrota. El empate, es de sabor mixto, o se agradece al dios del Pambol o se le maldice.
¿Vale la pena todo esta montaña rusa de emociones? Por supuesto. De elegir, volvería a desaforarme en ese gol salvador de Jonathan Lacerda, o el gol de Noriega frente a Chiapas en este torneo, o la alegría de regresar para ganarle a Monarcas, la risa que me dio ese balón que agarró con las manos Alustiza porque le cayó en un tiro de esquina y el golazo de Pato Sánchez contra Atlas. Pero también me quedaría otra vez, todo el Puebla vs América, sintiendo una punzada en el estómago en ese 4-0. Y por supuesto, en ese Puebla – Toluca, donde en el último segundo un penal, nos quitó esos tres puntos.
Al final del día, el futbol es un deporte que cría críticos- objetivos que hablan con la tripa. No creo que haya otra manera de verlo, un deporte así, solo tiene el lenguaje en las emociones que genera.
La expectativa es alta, Xolos de Tijuana serán nuestro primer rival. Confiemos en los once que saldrán a defender la casca enfranjada, ellos al igual que nosotros, querrán ganar. Y nosotros solo podremos apoyarlos con la voz de nuestras porras.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de quien la escribe y no busca generar conflictos entre los involucrados, si no generar conciencia en cada lector.
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